Federico Vera, biólogo y músico, escribió “La música en la conciencia” para condensar teorías que explican el impacto de la música en nuestro organismo y para abordar la percepción musical desde otra mirada. También se refiere al rol de la música en esta pandemia de Covid.
Con la autoría del biólogo Federico Vera, “La música en la conciencia” es el libro que compila investigaciones científicas vinculadas a la música y que también indaga en una nueva forma de comprender la percepción musical.
En la publicación, editada de manera independiente, el especialista aplica su formación como investigador al campo de la música. Así, tras varios años de estudio alumbró este trabajo que está pensado para personas relacionadas a la disciplina musical, pero también para melómanos y aficionados a un arte que, en estos tiempos, “nos da un apoyo emocional de enorme valor”, de acuerdo a lo que señaló el autor a LA CAPITAL.
Cabe indicar que Vera es, además de biólogo formado en la Universidad local, un músico que ejecuta la guitarra desde sus dieciséis años y que compuso obras para ensambles. También fue investigador del Conicet durante una década.
“Al pertenecer a los ámbitos de la música y la ciencia, me di cuenta de que hay muchísimas investigaciones científicas que podrían ser beneficiosas para los músicos y docentes de música. Decidí entonces emprender el camino de condensarlas en un libro –explicó-. Además, podía aplicar mi formación como investigador científico de lleno al campo de la música y eso representaba una oportunidad profesional y un gusto personal que no podía dejar pasar”.
El libro, que se puede conseguir en la librería de Corrientes 1740 o al mail proyectoinegrativopuente@gmail.com, nació a partir del Proyecto Integrativo Puente. Se trata de un espacio para la investigación y la docencia que busca “llevar a la comunidad de músicos conocimiento científico actualizado y con valor aplicado para la práctica y la enseñanza de la música”.
Además del libro, el dictado de talleres y cursos forman parte de las propuestas. “Apunta a integrarse en redes de músicos y docentes de cualquier lugar del país, de forma personal o virtual”, comentó.
-¿Cuál es la tesis central del libro?
–El libro tiene cinco partes y en cada una de ellas se aborda una temática distinta. La tesis más desarrollada tiene que ver con una nueva forma de comprender la percepción de la música. Dividido a la percepción musical en siete formas que integran una mega-matriz de información musical que yo llamo “el campo perceptivo”: percepción intelectual, audioperceptiva, percepción emocional, percepción corporal, sinestesia, percepción descriptiva y mediada por creencias. Cada una de estas formas de percepción implica diferentes patrones de actividad en el cerebro. Además, enfatizo en la importancia de abordarlas a todas para lograr experiencias musicales más plenas, más disfrutables, y maximizar nuestro rendimiento como músicos.
“Dopamina” y recompensa emocional
-¿Qué pasa en el cerebro cuando escuchamos una música con la que conectamos, que nos gusta?
-La música es un estímulo increíblemente rico para el cerebro. Cuando conectamos con la música se activa una zona primitiva del cerebro que se llama “sistema límbico” – situado en las profundidades del mismo – que es el primer sustrato neural de nuestras emociones. Allí empiezan a procesarse los cambios fisiológicos que tienen que ver con las emociones, cambia el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, la sudoración, etc. Luego, el sistema límbico se conecta con la parte más joven – evolutivamente hablando – del cerebro: la corteza cerebral. Allí, la actividad de las neuronas también cambia, lo que permite que esas emociones se nos vuelvan conscientes, es decir que en definitiva experimentemos placer, alegría, tristeza, etc. Se sabe también que el cerebro es capaz de anticiparse a nuestra parte preferida de una canción y comenzar a liberar más dopamina unos segundos antes de ésta. La dopamina se relaciona con nuestras sensaciones de “recompensa emocional” que ocurren con la música, pero también con otros estímulos tan importantes como la comida y el sexo. Si seguimos conectando profundamente lo que sigue es que se apaga la parte del cerebro que funciona como sustrato físico del pensamiento y la persona queda inmersa en un mundo de experiencia consciente (emocional, corporal y sensorial), pero sin pensamiento. Allí puede ocurrir un máximo de plenitud que podemos llegar a recordar por muchos años o durante toda la vida.
-Es decir ¿la felicidad o el placer tienen que ver con la ausencia de pensamiento?
-En muchas ocasiones la felicidad, el placer y la plenitud (e incluso las mejores interpretaciones o improvisaciones musicales) surgen cuando se silencia esa parte del cerebro que tiene que ver con el pensamiento racional y el juicio sobre lo que hacemos y lo que nos rodea (se llama corteza prefrontal dorso-lateral). Al perderse el foco en el pensamiento, que ocupa un enorme espacio en la mente, se hace posible que podamos quedar inmersos en una experiencia emocional, sensorial y corporal de forma mucho más plena. Esto mismo sucede durante una relación sexual: esa misma región se silencia y eso posibilita una mayor desinhibición y más presencia en los sentidos, en lo emocional y lo corporal y allí experimentamos una mayor plenitud. Disfrutamos más. Obviamente la razón es muy importante y también puede darnos placer y plenitud. Ocurre que para la enorme mayoría de las personas el pensamiento es compulsivo y eso consume una enorme cantidad de energía y atención, disminuyendo la presencia en esos otros aspectos que también son necesarios para ser plenos. Por ello las tradiciones orientales insisten tanto con la meditación para calmar al pensamiento compulsivo.
-¿Cuál es el lugar de la música en el contexto de las crisis que enfrentamos, me refiero a la pandemia por Covid-19.
-Se me viene a la mente una frase de Brian May (guitarrista de Queen): “Muchas veces la música es el único lugar seguro para estar”. Nos da un apoyo emocional de enorme valor. Nos sirve para regular nuestras emociones y mejorar nuestra motivación cuando sentimos que nos falta. Es muy terapéutica y eso cobra más importancia en momentos difíciles como este. Desde lo colectivo, nos brinda una forma para acercarnos y compartir a pesar de las distancias. Creo que colectivamente debemos revalorizar la música llena de arte, contenido y vida para estar más conectados y conectadas con ello.